La Batalla de Tucumán
La más gaucha de todas las Batallas
Una Publicación del Instituto Histórico Belgraniano de Ituzaingó.
“Sirvo a la Patria sin otro objeto que el de verla constituida, y éste es el premio a que aspiro” Manuel Belgrano. 1812
El 24 de septiembre de 1812 se libró Tucumán la batalla más importante de todas las que se libraron en el actual territorio argentino, la victoria en ese combate determinó el destino de la Revolución de Mayo.
Reconstruyendo el ejército del norte
El 26 de marzo de 1812, Belgrano llegó a la posta de Yatasto, en el departamento de Metán, Salta, asumiendo el mando del tumultuoso “Ejército Auxiliar del Perú”. Casi no se trataba de un ejército, ya que tanto el poder como la legitimidad estaban en constante discusión y la autoridad debía ser restablecida día a día.
Cuando Belgrano se hizo cargo, sólo quedaban 1500 soldados, de ellos 500 estaban enfermos o heridos y se contabilizaron 600 fusiles con 25 balas para cada uno. El impacto sufrido fue muy fuerte, ahí tomó conciencia de la difícil tarea que le esperaba.
La decisión fue la retirada, en un bando ordenaba al pueblo jujeño marchar, llevándose todo lo posible, quemando o inutilizando lo que no se pudiera llevar. Comenzaba así una de las gestas más importantes de las guerras independentistas…El éxodo jujeño.
Con los oídos puestos en el pueblo
El 3 de septiembre el grueso de la columna cruzó el río Las Piedras, cuando Belgrano recibió la noticia de que la avanzada del ejército realista había atacado a la retaguardia comandada por Díaz Vélez, la batalla fue inevitable.
Belgrano dirigió personalmente el combate de Las Piedras, que no fue muy significativo en términos militares, pero sí desde el punto de vista anímico, ya que demostró a los patriotas que se podía derrotar a los realistas y lograr que el enemigo disminuyera su marcha. Por primera vez el General tomó conciencia de lo necesario que era contrariar las órdenes del triunvirato, que pretendía obligarlos a bajar hasta Córdoba y fortificarse en Tucumán para presentar batalla.
En las proximidades de Tucumán y ante el pedido del gobernador Aráoz, Belgrano junto a José Moldes, Balcarce, Díaz Vélez, Dorrego y los vecinos de Salta y Jujuy iniciaron un diálogo que definiría el futuro de la Patria. Allí, el General fue gestando la idea, respondiendo al pedido popular, de quedarse y dar la batalla en Tucumán.
Tomada la decisión escribió a las autoridades porteñas un oficio fechado el 12 de septiembre “La gente de esta jurisdicción se ha decidido a sacrificarse con nosotros, si se trata de defenderla, y de no, no nos seguirán y lo abandonarán todo: pienso aprovecharme de su espíritu público y energía para contener al enemigo”. El 21 de septiembre Belgrano fue recibido como un héroe en la ciudad de Tucumán.
Pio Tristán enfrentó a un pueblo en armas.
El 24 de septiembre no sería un día más para los tucumanos, en el Campo de las Carreras, a las afueras de Tucumán, el ejército del norte volvería a enfrentarse otra vez con el ejército realista, luego de la batalla de Huaqui. El ejército que lideraba Belgrano exhibía rostros de toda la América: tucumanos, porteños, cochabambinos, jujeños, paceños, salteños, chuquisaqueños, potosinos, santiagueños. Eran los rostros de mujeres, de niños, de ancianos, de oficiales, de gauchos y de soldados uniformados. Las fuerzas eran muy dispares, el ejército patriota contaba con 1800 hombres y sólo 4 cañones para enfrentarse al poderío de 3200 hombres y 13 piezas de artillería.
El Campo de las Carreras fue el bautismo de fuego de un batallón muy particular: La caballería gaucha. Este nuevo cuerpo sin instrucción y apenas armado, con lazos y boleadoras, se enfrentó con otra limitación muy seria: los fusiles eran insuficientes, así que introdujeron una innovación en el armamento de combate que portaron los improvisados soldados y que tendría consecuencias definitorias en la forma de guerrear en el norte: la lanza de mano, arma que consistía en atarle con tientos de cuero un cuchillo a las picas que usaban habitualmente y, de esa manera, poder herir a sus enemigos guardando una mayor distancia que les permitía salvaguardar la propia vida.
La batalla de Tucumán fue cruenta y tuvo como resultado un triunfo contundente para los patriotas: los realistas sufrieron 480 bajas, 200 heridos y 626 hombres fueron tomados prisioneros. Culminaba así la batalla más importante de todas las que se libraron en el actual territorio argentino, ese combate determinó el destino de la invencible Revolución de Mayo.
El 26 de septiembre, previa rendición del jefe realista, el ejército vencido emprendía su retirada hacia Salta. Desde entonces, Tucumán fue llamada “El sepulcro de la tiranía” y debido a este glorioso suceso y sus trascendentes consecuencias, la Revolución de Mayo fue el único movimiento emancipador nunca vencido en las Américas.
El Gobierno de Buenos Aires, que antes había ordenado el repliegue del ejército del norte hasta Córdoba, lo que hubiese significado el abandono de todo el noroeste a los realistas, hizo inscribir el nombre de los setenta y un muertos en placas de bronce como homenaje. A la tropa se le otorgó un distintivo y a la oficialidad un escudo que llevaba como inscripción “La Patria a sus defensores de Tucumán”. A Belgrano, en reconocimiento de sus fatigas y al constante desvelo, se lo nombró “Capitán General” y se lo premió con un escudo de oro.
El pueblo y el ejército de Belgrano serán los protagonistas de una heroica gesta colectiva, que sumando voluntades y con la firme decisión de lograr definitivamente la independencia y la libertad, conquistaron los triunfos patrios de Tucumán el 24 de septiembre de 1812 y luego la de Salta, el 20 de febrero de 1813; frenando así el avance español e incorporando definitivamente a nuestra nación la región del noroeste.