Opulencia para el Norte y Deuda Ecosocial Colonial para el Sur
Por Martina Vergara
Militante socioambiental ituzainguense.
Comenzamos el 2023 y afrontamos, nuevamente, un verano con temperaturas extremas en esas islas de calor llamadas ciudades, y que están colmadas de cemento y escasos espacios verdes.
Según las estadísticas de los últimos años, a medida que sube vertiginosamente la temperatura mundial estos fenómenos como las lluvias más caudalosas propician inundaciones y las olas de calor o frio, serán cada vez más frecuentes, persistentes e intensas. Por este motivo, dejarían de ser olas estacionales, ya que están transformando significativamente nuestra calidad de vida hace generaciones.
¡Los barrios populares gritan!
Les personas que salimos bajo el sol a parar la olla día a día se nos es imposible sobrellevar estas altas temperaturas.
La revista de cultura villera, La Garganta Poderosa manifiesta en sus redes sociales. «El calor de los techos de chapa se siente más fuerte con 40° C descomponiendo más rápido la basura acumulada, por la falta de limpieza urbana, los olores se intensifican, las cucarachas se multiplican, mientras, en los comedores continúan los cortes de luz, tenemos que cocinar a oscuras y sin agua ¡Es insalubre!
Como siempre, las desigualdades estructurales agravan la situación: el sol no tiene la culpa de que para el Estado las villas no tengan ningún valor. Mientras tanto, seguimos soportando la ola de calor.»
Por consiguiente, debemos esforzarnos en vincular esta ola de calor con el modelo sistémico de mal desarrollo que es responsable de la actividad extractiva del desmonte de bosque nativo y humedales, deforestando en Argentina más de 200.000 hectáreas en 2022 para la industria forestal y agropecuaria, expandiendo sequias en todo el territorio que consecuentemente desenlazan en incendios.
El año pasado se registraron 723.765 hectáreas afectadas por el fuego en todo el país, más del doble de superficie quemada que en 2021, cuando la superficie afectada fue de 326.688 hectáreas.
Según Los reportes por las provincias y por la Administración de Parques Nacionales (APN) al Sistema Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) y fueron informados por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación al Centro de Datos de Chequeado.
La crisis climática no nos afecta a todes por igual.
Profundiza las desigualdades socio económicas, marcado por un Norte que desarrolla su riqueza en detrimento de los bienes comunes y pueblos del Sur con «las venas abiertas», diría Eduardo Galeano.
Esta imagen es de un video de la NASA que presenta un registro satelital de un año entero sobre las emisiones globales de CO2, que focaliza las responsabilidades de norte y sur respecto a la crisis climática.
Evidenciando en colores amarillo, naranja y rojo, los países de Norte América, Europa y Asia con mayores emisiones de C02.
Aproximadamente la mitad del dióxido de carbono emitido por la quema de combustibles fósiles permanece en la atmosfera, mientras que la otra mitad es absorbida por las reservas naturales, terrestres y oceánicas. Durante primavera y verano en el hemisferio norte, las plantas a través de la fotosíntesis absorben una cantidad sustancial, eliminando parte del gas de la atmosfera.
Mientras tanto, en el hemisferio Sur, vemos en color celeste la liberación de otro contaminante: el Monóxido de Carbono.
Las columnas de monóxido de carbono provienen de los incendios en África, América del Sur y Australia, contribuyendo grandes emisiones a la atmosfera. Al llegar el otoño, la fotosíntesis de las plantas disminuye y el C02 nuevamente comienza a acumularse en la atmosfera.
Cada año el índice de concentración de C02 se vuelve a elevar.
Desde los últimos años, a partir de las anuales reuniones de las Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se trató a esta problemática como una deuda ecología que tiene el Norte para con nuestros territorios, en post de descarbonizar y reducir las emisiones, pero también, un legado de injusticias coloniales sobre el que la crisis climática descarga sus impactos en nuestros territorios Latinoamericanos.
La deuda es con el Sur
Los países del sur como el nuestro son los que menos contribuimos a las emisiones del cambio climático y los que estamos en la primera línea de vulnerabilidad, desigualdad económica y ambiental.
Aún no tenemos un plan de adaptación y mitigación al cambio climático y mucho menos prevista una transición ecológica.
Mientras el norte global tiene un modelo de vida sobre consumista dejándonos una gran huella ambiental, esos países del norte global son los mismos que integran los organismos de financiamiento internacional, que nos subordinan y empobrecen.
Les mismes que organizaron el terrorismo de Estado en Latinoamérica, la invasión de los territorios y saquean nuestros recursos naturales.
Por eso la lucha ambiental es anticolonialista y anticapitalista.