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Las Tres Banderas

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Las Tres Banderas
No me olvides. Foto: Fundación Villa Manuelita..

Las Tres Banderas

Por Jorge Molinero
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Jorge Molinero.
La filosofía política del peronismo se transmite al pueblo trabajador por medio de charlas, exposiciones, discursos en movilizaciones y asambleas, proclamas, escritos, propaganda, etc. que muchas veces quedaron sintetizados en consignas y principios.Son las “Veinte Verdades”, el “Decálogo de los Derechos del Trabajador”, las “Tres Banderas”, y tantas otras creadas por el General Perón que quedaron grabadas a fuego en la conciencia de los trabajadores porque fueron realidades y no solo palabras.
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Las Tres Banderas
“Una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”.
La primera bandera alude principalmente a los Derechos de los Trabajadores (1) :
1) al trabajo, 2) a una redistribución justa, 3) a la capacitación laboral, 4) a condiciones dignas de trabajo, 5) a la preservación de la salud, 6) al bienestar, 7) a la seguridad social, 8) a la protección a la familia, 9) al mejoramiento económico y 10) a la defensa de los intereses profesionales.
Y también al Estatuto del Peón Rural, a la ampliación de la Caja de Jubilaciones y Pensiones, a los subsidios a alimentos y tarifas de servicios públicos, al congelamiento de los alquileres urbanos, y a la Fundación Eva Perón entre tantos nuevos derechos adquiridos. El gobierno propició la masiva sindicalización logrando una impresionante expansión del movimiento obrero organizado, columna vertebral del peronismo. Ese fue el significado de Justicia Social en el primer peronismo.
No es posible llevar adelante la justicia social si el país no es económicamente libre, nuestra segunda bandera. A la salida de la Segunda Guerra Mundial, teníamos una relación de dependencia económica del capital internacional, en especial inglés, que era propietario de ferrocarriles, teléfonos, electricidad y muchas otras inversiones de infraestructura, industriales y financieras.
Parte de las mismas fueron nacionalizadas (ferrocarriles, teléfonos, generadoras y distribuidoras eléctricas, etc.) y pagadas con los créditos acumulados por las exportaciones a Europa durante la Guerra. Esas nacionalizaciones junto a otras como la expropiación sin compensación de las industrias alemanas, fueron la base de la consolidación del proceso de industrialización.
El ascenso al poder del peronismo planteó la Soberanía Política como guía de su accionar, nuestra tercera bandera, manteniendo una política no alineada con ninguna de las potencias beligerantes. Nos independizamos económicamente de la declinante Gran Bretaña, pero sin subordinarnos políticamente a los Estados Unidos que la reemplazó al frente de las potencias imperialistas, ni a la Unión Soviética.
La relación con Estados Unidos fue de duro enfrentamiento desde el inicio, ya que, a diferencia de Gran Bretaña principal importador de nuestras carnes y granos, Estados Unidos era y es un competidor formidable en producción agropecuaria, y buscó cerrarnos las posibilidades de modernizar nuestra producción primaria, entre otras presiones. El peronismo fue el primer país en articular formalmente la doctrina de la Tercera Posición.

Los cambios sociales desde el primer peronismo
A casi 80 años de iniciado el peronismo, las tres banderas siguen siendo la base de nuestro movimiento. Se le pueden haber añadido otras. Luego de la última dictadura la defensa de la democracia y los derechos humanos, posteriormente la igualdad de género y la preservación del medio ambiente, entre otras.
Pero sin las tres banderas originales, las demás no tienen la posibilidad de organizar un país con un futuro de bienestar para las mayorías.
La realidad política, económica y social actual es muy diferente a la del origen del peronismo, y es por ello que

Fábrica Sportlandia en Morón. Foto: Historia de Morón.
la tarea política es mucho más compleja. No basta como en otras épocas con apelar a Perón o su recuerdo para lograr el apoyo político y la participación activa de los trabajadores y el pueblo.
En lo social, la principal diferencia es el cambio en la composición de las clases, resultado de la contradictoria evolución económica. En el primer peronismo la mayoría de la población trabajadora urbana estaba ocupada en la industria, con trabajadores manuales organizados en poderosos sindicatos como textiles, metalúrgicos, de alimentación y tantos otros, incluidos los de servicios manuales (ferroviarios, portuarios, choferes, camioneros, etc.)
Decir “pueblo trabajador” y obrero era casi un sinónimo. La industrialización que impulsó Perón, en una economía casi cerrada al mundo tras la hecatombe de la guerra, continuó su avance. El desarrollismo de Frondizi puso énfasis en los sectores básicos industriales que faltaban, como el petroquímico, el autoabastecimiento petrolero, la producción automotriz y otras ramas.
También se desarrolló el acero y varios otros sectores que complejizaron el aparato industrial que continuó – con sus más y sus menos – bajo el gobierno de Illia y los gobiernos militares de Onganía, Levingston y Lanusse, para lograr su punto cúlmine en 1973/1974 con Perón nuevamente presidente.
La distribución del ingreso había empeorado desde el golpe de 1955, pero el impulso industrializador continuaba. Es con ese nivel de industrialización que la política económica independiente de Perón recuperó entre 1973 y 1974 la participación de los trabajadores en el Producto Bruto que había logrado en el primer peronismo, el famoso “fifty-fifty” (50-50).
Al mismo tiempo que se desarrollaba la industria se incrementaban las actividades de servicios, creciendo más aceleradamente los empleados de cuello blanco que los trabajadores manuales. Con el avance de la escolarización aumentaron los maestros y profesores. Con más población de tercera edad se necesitaron más trabajadores de la salud pública y ampliación de instituciones como el PAMI. También crecieron los empleados públicos nacionales, provinciales y municipales, incluyendo la administración, las fuerzas armadas y de seguridad y los mencionados de la salud y docentes.
En el sector privado crecieron los empleados de comercio y las finanzas, y hubo una ampliación de las actividades complementarias de cuenta propia.
No es casualidad entonces que en esos años – tras 18 años de proscripción, represión, prohibición de mencionar su nombre y con todos los medios de comunicación en contra – Perón haya vuelto al país ganando las elecciones de septiembre de 1973 con el 62,5 % de los votos. La conciencia social y política estaba intacta porque el movimiento obrero organizado continuaba siendo la columna vertebral del peronismo.
Desaparecida Textil ALFA. Foto: Historia de Morón.

El golpe militar de 1976
Esa nueva estructura ocupacional sufrió un retroceso fundamental a partir de la última dictadura cívico-militar, cambios acentuados más adelante por los gobiernos de Menem y Macri, los tres retrocesos neoliberales.
La dictadura cívico-militar se propuso reducir la industria ya que la concentración de trabajadores sindicalizados permitía organizar la resistencia al retroceso de ingresos y derechos que pretendían las patronales.
La apertura de la economía con fuerte reducción de los aranceles de importación y la apertura financiera con el permiso irrestricto de comprar y vender dólares, ingresarlos o sacarlos del país, tuvieron consecuencias muy importantes en la estructura social. Los empresarios ganaban más con las colocaciones financieras que con las actividades industriales.
La competencia externa barrió muchos sectores industriales. En nuestra zona Oeste casi desaparecieron las fábricas textiles y metalúrgicas, otrora grandes demandantes de mano de obra. Esas ocupaciones fueron reemplazadas por las actividades de servicios.
A partir del gobierno de Menem se tradujo en una creciente desocupación y crecimiento de las actividades informales (en negro) tanto de trabajadores bajo patrón (pequeños comercios, servicios e industrias artesanales) y también los “cuenta propia” de subsistencia. El ingreso de la droga como problema importante – que era despreciable hace cincuenta años – marginalizó en forma acelerada a las poblaciones más humildes, incluyendo la disolución progresiva de la familia que en el pasado se mantenía unida por el ordenador social que es el trabajo formal.
A diferencia de la “masa trabajadora” a la que aludía Perón en su primera etapa, como diferenciada y opuesta a los sectores económicos más concentrados (la “oligarquía”), en la actualidad los sectores trabajadores están fraccionados en distintos subconjuntos, con intereses comunes y también específicos y hasta contradictorios, diferencias que los intereses antipopulares aprovechan para abrir cuñas y crear oposiciones en el campo popular.
El trabajador industrial desarrollaba su conciencia política en la fábrica, su colectivo de trabajo. En la interacción con sus compañeros aprendía en el trabajo cotidiano lo que es la solidaridad con sus iguales, la importancia de la participación sindical y la alternativa de la huelga para defender legítimos intereses. La reducción de los obreros industriales ha mermado fuertemente esa solidaridad.
El crecimiento del trabajo informal y por cuenta propia.
Foto: El Día.

Por arriba de los obreros industriales formales, en general sindicalizados, se encuentran muchos empleados jerárquicos, técnicos y profesionales, tanto en industria como en servicios. Dentro de los obreros industriales hay distintas jerarquías según el tipo de tarea y el tamaño e importancia de la empresa.
En el mismo nivel de remuneración o por debajo de los obreros de empresas importantes están amplias capas de trabajadores de cuello blanco, los empleados de la industria y los servicios, desde los no concentrados del sector comercial minorista, hasta los concentrados en educación y salud, entre otros. Por debajo está la población informal, asalariada o cuenta propia, con la mayoría en condiciones de pobreza y marginalidad. Ahora trabajador no es sinónimo de obrero formal como en el primer peronismo.
De la población ocupada actual el 3 % son empresarios (de grandes a pequeños), el 75% asalariados (50 % registrados, 25 % no registrados) y 22 % “cuenta propia”. La población económicamente activa (PEA) suma todos los ocupados descriptos arriba, más los desocupados, que al momento actual rondan el 7 % de la PEA. El 83 % de los “cuenta propia” son de subsistencia y no registrados, con un pequeño sector de profesionales y técnicos con buen pasar económico.
Hasta 1974 la abrumadora mayoría de los trabajadores eran formales, con aportes jubilatorios y obra social, dentro de los cuales los obreros industriales eran la fracción más numerosa. Actualmente el sector trabajador asalariado formal es sólo el 50 % de la población ocupada, con mayoría de empleados de cuello blanco por sobre los obreros industriales y de servicios. Los trabajadores industriales – formales e informales – apenas superan el 15 %. La sindicalización ha venido reduciéndose en forma continua.

Las Tres Banderas a lo largo del tiempo
La justicia social fue la primera víctima del golpe militar de 1955. Los sindicatos cerrados o intervenidos, las leyes sociales anuladas o no respetadas. Con el peronismo proscripto, la Convención Constituyente de 1957 eliminó la Constitución de 1949 y la conciencia sucia de radicales y socialistas quiso compensar con el artículo 14 bis, letra muerta para los gobiernos antiperonistas.
La represión a los trabajadores era la regla y toda expresión de peronismo fue prohibida. El ingreso al FMI en 1956 marca la primera claudicación frente a las presiones de Estados Unidos, merma de la independencia económica y la soberanía política.
Los gobiernos militares 1966/1973 no restituyeron la justicia social pero tampoco cambiaron mucho el sector de infraestructura nacionalizado, y promovían la integración industrial. Eran antipopulares, no anti industria. Se mantuvieron como empresas del Estado tanto YPF e YCF, la producción y distribución de electricidad, el agua corriente, la vialidad, el acero, porciones de la petroquímica, el gas, y muchos otros sectores.
El cambio fundamental se dio en los gobiernos de la última dictadura cívica militar y profundizados por Menem. El ministro Martínez de Hoz había abierto el mercado de bienes y de capitales con lo que nuestro ciclo económico pasó a depender – sin mallas de contención – de las oscilaciones de la economía mundial.
A la reducción del entramado industrial bajo la dictadura Menem añadió la privatización a precios de ganga de toda la infraestructura en poder del Estado, YPF a Repsol, SOMISA, Aerolíneas Argentinas, electricidad, agua, gas, teléfonos, cierre de YCF y tantas otras. El resultado – entre el desguace estatal y la apertura comercial con el cierre de industrias privadas – fue el aumento vertiginoso de la desocupación. Menem abjuró de las tres banderas en forma abierta y sin complejos.
Es sólo a partir de los gobiernos de Néstor y Cristina que se recupera el sentido de las mismas. La justicia social se fortaleció en 2003 iniciando con aumentos salariales de suma fija, para seguir con aumentos en las jubilaciones mínimas, paritarias libres, cobertura jubilatoria que subió del 50% al 95% de los adultos mayores de 60 años, planes de empleo, subsidios a la energía, el transporte y el gas, la AUH y tantas otras.
Se disolvieron las AFJP y reforzó el sistema de reparto. El resultado de esos años de crecimiento y justicia social fue la fuerte reducción de la pobreza recibida tras la crisis de la convertibilidad.
Avanzamos en independencia económica con la nacionalización de la mayoría accionaria de YPF, Aerolíneas, Aguas, y otras. En paralelo la industria privada se recuperaba y crecía a pasos agigantados, reduciendo fuertemente la desocupación que había alcanzado el 21,5 % cuando asumió Néstor en 2003. En los primeros años de Kirchner el país tuvo superávits gemelos, tanto del comercio exterior como fiscal

La tercera bandera, la Soberanía Política, ondeó alto en los gobiernos kirchneristas.

Cumbre de Mar del Plata: George W. Bush, Roberto Lavagna y Néstor Kirchner. Foto: Telam.
El No al Alca en la reunión de presidentes americanos en Mar del Plata en 2005, pergeñado entre Néstor, Chávez y Lula, frenó en seco el intento de George Bush y sus aliados de atarnos al carro del imperio. La reestructuración de la heredada deuda externa en 2005 y 2010 con quitas de hasta el 65 %, menos intereses y más plazos, el cierre de la deuda con el FMI a fines de 2005 junto con Brasil, y la pelea de Cristina contra los fondos buitres, son ejemplos de la soberanía en acción.
El gobierno macrista vino para destruir las tres banderas: la de justicia social a partir de la deliberada recesión que produjo la liberación del dólar, la inflación resultante que redujo la participación de los trabajadores en la renta nacional, los cambios en la legislación jubilatoria se comieron un 20 % de esos ingresos, se suspendió la moratoria jubilatoria, se retrasaron los salarios en el sector público y también en el privado por la recesión.
En el campo de la independencia económica y soberanía política no dejó de retroceder en cada decisión tomada. Desde el pago sin chistar a los fondos buitres que no entraron en los acuerdos de 2010, apertura total de la cuenta capital, generando otra ola de bicicleta financiera con el ingreso de capital especulativo que luego se fugó, utilizando los 43.000 millones de dólares del reingresado FMI para permitir la fuga que en sus cuatro años orilló los 90.000 millones, engrosando la deuda que ahora debemos pagar entre todos.
El retorno del peronismo en 2019 se enfrentó con dos escollos muy grandes: cómo resolver el endeudamiento heredado y a poco andar el desbarajuste que produjo el Covid, que nos enredó en 2020 y 2021. Fernández reestructuró la deuda privada que pesará en años venideros y ahora nos limitan las condicionalidades del acuerdo leonino que tuvimos que firmar con el Fondo.
¿Dónde quedaron las tres banderas? Si la adhesión popular a la justicia social merma con la diferenciación creciente de las distintas fracciones de trabajadores – incluida la imaginada pertenencia a clases medias de muchos sectores populares – el mantenimiento de la independencia económica y la soberanía política se complica por las restricciones que enfrenta nuestro gobierno, además de las herencias recibidas, el Covid y la sequía de 2022/2023. No logramos clara mayoría legislativa en 2019, perdimos las elecciones de medio término en 2021, y la falta de dólares por caída de las exportaciones desató la aceleración de la inflación, aprovechada por los grandes formadores de precios para desestabilizar políticamente a nuestro gobierno.

Reflexiones finales

Sergio Massa y Axel Kicillof. Foto: Telam.
No se podrá recuperar la justicia social si no logramos la independencia económica y la soberanía política, hoy jaqueadas por el poder imperial a través de las leoninas condiciones que nos impusieron por medio de su controlado FMI.
Urge revisar los condicionamientos del FMI por las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania. Estamos paralizados por la oposición en las cámaras, la remarcación enfurecida de precios de las grandes empresas replicada hasta por los kiosqueros, el alzamiento de la Corte Suprema junto a los jueces de Comodoro Py y el “periodismo de guerra” que distorsiona los hechos y confunde a las mayorías.
En las PASO hemos pagado un alto precio por los condicionamientos heredados y los errores cometidos. La altísima inflación actual ha sido el elemento que permitió el crecimiento político de Milei, que agrupa todas las frustraciones de la población que esa inflación produce y las canaliza con soluciones mágicas e imposibles como la dolarización, con el apoyo mayoritario de jóvenes sin experiencia en trabajos registrados como las fábricas que generaron la conciencia política del peronismo.
Milei y Bullrich cuentan con el apoyo de todos los medios de comunicación y difusión en las redes sociales, que actúan sobre grandes mayorías sin experiencias en la solidaridad que sólo se da en el trabajo en común.
Estamos frente al desafío de mantener en alto el valor de las Tres Banderas en tiempos muy difíciles, y las próximas elecciones son decisivas para el rumbo que tomará el país en los próximos años. En el esfuerzo que todos hagamos está la posibilidad que esas banderas vuelvan a flamear en la Patria.

1) El General Perón promulgó el Decálogo de los Derechos de los Trabajadores en un acto solemne desde la terraza del Teatro Colón el 27 de febrero de 1947.
15/9/2023