
La Dignidad del Trabajo
Si hay algo verdaderamente constitutivo de nuestro ser nacional es el trabajo.
Por el Lic. Jorge Benedetti
Publicado en el semanario Huella.
Ya Martín Fierro, en la genial prosa de José Hernández, afirmaba “Debe trabajar el hombre, para ganarse su pan, pues la miseria en su afán de perseguir de mil modos, llama en la puerta de todos y entra en la del haragán”
y luego agregaba en los consejos a sus hijos “El trabajar es la ley, porque es preciso alquirir; no se espongan a sufrir una triste situación: Sangra mucho el corazón del que tiene que pedir.”
Claro que el trabajo debe estar siempre acompañado del calificativo y de la calidad de “digno”. Desgraciadamente la oligarquía argentina, en su irracional proceso de acumulación, limitó las posibilidades de una justa distribución de la tierra como ocurrió en otros lugares. Baste observar en las películas de la conquista del oeste norteamericano, como llegaban las caravanas y de inmediato se producía una distribución de la tierra, mientras que en nuestro país, las ocupación de los territorios inexplorados o donde habitaban los pobladores prehispánicos, fueron a quedar en muy pocas manos, generando un capitalismo parasitario y prebendario.
Foto: labaldrich.com_.ar
Es decir la sociedad se organizaba alrededor del trabajo digno, seguro y garantizado.
Tuvo que llegar la dictadura de 1976 para cambiar los ejes de la sociedad, desvalorizando el trabajo como motor de la organización social y económica y fundando una nueva economía, basada en la especulación. Fue la época de la “plata dulce”, la que en definitiva se transformó en una realidad amarga para el conjunto del pueblo argentino.
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El papa Francisco afirmó en México: “Uno de los flagelos más grandes a los que se ven expuestos los jóvenes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo sostenible y redituable que les permita proyectarse; y esto genera (…) situaciones de pobreza y marginación. Y esta pobreza y marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia.” (17/2/16)
Luego de 45 años del inicio de la dictadura y la instalación de las políticas neoliberales y a pesar de algunos intentos que mejoraron la situación, el trabajo sigue siendo un valor escaso en nuestra comunidad, también como reflejo de una política mundial de privilegio a la especulación y de concentración de las riquezas.
Foto: ambito
Los que sistemáticamente insisten en la necesidad de mirar hacia las potencias del norte, en especial a los EE.UU., deberían tener en cuenta no solo lo antedicho sobre la distribución de la tierra en nuestro país, donde la producción agrícola ganadera es fundamental, sino lo que acaba de plantear la Secretaria del Tesoro norteamericano, por un lado aumentar considerablemente los impuestos a las grandes empresas y al mismo tiempo colocar una sobre tasa casi del 60% a las multinacionales.
Para reconstruir la cultura del trabajo es fundamental “invertir” en el desarrollo de las Pymes y de la económica popular y los fondos deben salir de las súper ganancias de los últimos años, inclusive del último, para volver a una sociedad que pueda, como afirma Catulo Castillo en su Canto al Trabajo, estar “Unidos por el amor a Dios, y al pie de la bandera sacrosanta…”