Jugando aprendemos a hablar, a comer, a caminar…
A propósito de la celebración del Día de la Niñez, el Colegio Ward compartió algunas reflexiones acerca del tiempo y los juegos en la infancia desde y en el aislamiento.
Escrito por las asesoras del Nivel Inicial del Colegio Ward, Lic. Cecilia Naddeo y Lic. María del Carmen Pérez en el marco del ciclo «Conversaciones sobre crianzas». En esta oportunidad el tema es «El Juego».
TIEMPOS JUGADOS
De la experiencia de jugar en el contexto de pandemia
«Quiero tiempo, pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor.
Por favor, me lo da envuelto y no enjaulado adentro de un despertador».
María Elena Walsh
Hace unos días circuló esta imagen del dibujante patagónico Chelo Candia por diferentes medios, especialmente el whatsapp.
Nos pareció oportuno tomarlo como disparador y para preguntarnos; ¿qué le pasa a la adulta de esta imagen? ¿qué nos pasará después? ¿serán los juegos de niños y niñas modificados para siempre? ¿será esto parte de la nueva normalidad?
Algunas preguntas pueden seguirse en tono retórico, pero lo que podemos afirmar es que esta imagen revela una gran afirmación: en la niñez se procesa la realidad a través del juego. Esto es parte intrínseca de la infancia, constituye un signo de la salud y bienestar.
Desde hace unos meses, todo ha cambiado inesperadamente. Oscilamos entre preocupaciones, ocupaciones, angustias y alegrías. A pesar de la incertidumbre, nos acomodamos, trabajamos y seguimos en pie. Mientras tanto, ¿qué hacen los/as pequeños/as de la casa? Gran parte del tiempo: juegan, nos demandan, nos interpelan y nos invitan a jugar.
En una asincronía con la vida del adulto; ellos y ellas juegan.
Este «acto» es el que nos interesa volver a recordar juntos, acerca de lo importante y necesario que es el juego en la infancia.
Es un signo de salud y, diríamos –en casi cualquier ciclo de la vida-, el aspecto lúdico no desaparece, sino que se transforma.
Es crucial durante el desarrollo de la infancia.
¿Por qué es tan vital? Los niños y las niñas no juegan sólo porque les da placer, ellos/as juegan porque se constituyen en el mismo acto de jugar; el juego es el trabajo psíquico de la infancia.
Mediante el acto de jugar también se vuelven capaces de ir comprendiendo y asimilando la realidad que los rodea. Nos animamos a compartirles una pequeña viñeta que una familia de nuestro Jardín.
Se trata de una escena seguramente familiar para muchos el hecho de jugar a la maestra ¿cómo será jugar a la maestra en tiempos de pandemia?
«E», de 5 años, dispone objetos y una pequeña computadora de juguete donde aparecen «virtualmente» los alumnos y alumnas…
Ella verbaliza una consigna, da indicaciones y alienta a sus estudiantes a pintar prolijamen-te… canta una canción de despedida y al finalizar «la clase» los despide uno a uno, por su nombre hasta el próximo encuentro de ZOOM.
En su generosidad infinita, «E» nos revela el modo en que, con las herramientas que dispone, está procesando su nueva forma de ser «maestra». Y así, juega. Y repite, en un formato no imaginado para muchos, la escena tan frecuente de ser «la señorita».
Así, nos ayuda a descubrir el esfuerzo y el trabajo que hacen nuestros niños y niñas para asir esta realidad, procesarla y recrearla.
Pareciera que estamos, más bien, acostumbrados a llenarnos de tareas con el firme propósito de hacernos bien y hacerles bien a nuestros hijos e hijas.
Criamos a una generación que sabe que además de la escuela hay muchas otras cosas por hacer, conocer, disfrutar y, quizás, en algunas oportunidades olvidamos que el trabajo real de la infancia es simplemente jugar.
El juego, vale por el juego en sí mismo, y el juego tiñe todas las realidades. Jugando aprendemos a hablar, a comer, a caminar… podemos jugar cuando compartimos el tiempo de higiene y aseo, o cuando les enseñamos a poner la mesa.
Y también está esa otra instancia de juego, el juego sin tiempo, en donde adulto y niño/a, aparentemente, se vuelven pares.
Y decimos «aparentemente» porque la simulación es parte del juego. Siempre se necesita del adulto que sostiene, que orienta, que construye andamiajes, que convoca o se deja convocar a ese espacio lúdico.
Durante el tiempo especial de juego nos comunicamos con nuestros hijos e hijas desde todas nuestras posibilidades: con las palabras, con el cuerpo, con la risa, con los gestos, con el no poder todo, con la creatividad… Sencillamente nos encontramos con el otro.
Hablamos del tiempo en este artículo, ese tiempo que nos falta y, a la vez, nos sobra en pandemia. Ese tiempo que parece detenido.
Ahora, los invitamos a pensar en este tiempo, el momento especial de encuentro con otro en el juego.
¿Cuánto tiempo real nos consumirá en la rutina cotidiana? Los expertos coinciden en asegurar que 20 minutos diarios, entre 4 a 6 veces a la semana, serán suficientes.
¿Disponemos de 20 minutos diarios sin celular y sin dispositivos electrónicos para simplemente jugar con nuestros/as hijos/as?
Los invitamos a pensar juntos estas ideas porque nosotras estamos convencidas y nos sentimos comprometidas a posibilitar que se construyan espacios para que los niños y las niñas vivan su infancia conquistando el mundo con alegría, risas, llantos y enojos. Fundamentalmente, que vivan su infancia sintiéndose fuertes y sostenidos para expresar lo que sienten y piensan. El juego es la vía privilegiada para que eso suceda.
Por último, compartimos una frase del clásico de la literatura «El Principito» que nos invita a reflexionar sobre la noción del tiempo.
«El tiempo que perdiste por tu rosa, es lo que la hace valiosa».
Antoine de Saint Exupéry
Referencias bibliográficas:
Brazelton, T. B. (2005). Las necesidades básicas de la infancia: lo que cada niño o niña precisa para vivir, crecer y aprender (Vol. 11). Graó.
Greenspan, S., & Bleecker, T. (2014). Floortime. The Greenspan Floortime Approach.
Janin, B. Criar con ternura y esperanza. Forum Infancias.
Sonraiz. ¡A jugar! https://www.centrodedia sonraiz.com/index.php/blog-sonraiz
Winnicott, D. W., & Mazía, F. (1972). Realidad y juego. Barcelona: Gedisa.