2022 en llamas: incendios forestales
Por Paula Celeste Carbajal
No podemos hablar de un feliz año cuando el segundo día del 2022 nos encuentra con incendios en las provincias de Misiones, Santa Cruz, Neuquén, Entre Ríos, Tierra del Fuego, Chubut y Río Negro. A fines del año pasado, el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA), junto con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, declaró la emergencia ígnea en todo el territorio nacional. La medida es por el plazo de 12 meses en función del riesgo extremo de incendios de bosques y pastizales.
Un incendio forestal se produce cuando el fuego se propaga libremente con efecto no deseado para la vegetación y sin estar sujeto a control humano. Cuando afecta a vegetación no boscosa, como matorrales, arbustos y pastizales se lo denomina incendio rural. Los incendios de interfase son los que se desatan en áreas contiguas urbanas-rurales y donde se mezcla la vegetación con estructuras edilicias como viviendas, establecimientos agrícolas, etc.
Sumado a la catástrofe de la pandemia, en el 2020 se replicaron en el mundo los incendios forestales, que en nuestro país afectaron alrededor de 14 provincias, arrasando con toda la vida a su paso y destruyendo los ecosistemas, un verdadero “ecocidio”.
El fuego provoca graves e irreversibles daños ecológicos: la pérdida de biomasa (materia viva presente en el ecosistema) y estructura vegetal, fragmentación de hábitats y pérdida de especies propias de la región. Se ven afectados los servicios que brindan los distintos ambientes, como humedales y bosques.
Además de las muertes afecta a la fauna por la pérdida de su hábitat y el traslado de las especies a otros sitios lo cual provoca desequilibrios en el ecosistema. Asimismo, la competencia entre especies es mayor, escasean fuentes de agua y especies para la alimentación. El calor modifica la composición biológica y química del suelo al desaparecer la cubierta vegetal y ante la erosión de los lluvias que provocan pérdidas de suelo y nutrientes. Los incendios contribuyen también al cambio climático por las cantidades de CO2 emitidas a la atmósfera así como la eliminación de capturadores de carbono que son los bosques.
El 95 % de los incendios son provocados por acciones humanas. Muchas veces el fuego es iniciado con la intención de preparar el terreno para actividades agrícolas, ganaderas o emprendimientos inmobiliarios y se sale de control, otras accidentalmente o por negligencia (fogones mal apagados, cigarrillos) y se añade como “para agregar leña al fuego” la influencia del cambio climático que genera ambientes más secos proclives a la combustión, la escasez de precipitaciones, las altas temperaturas y los vientos fuertes.
En este contexto es imperiosa la acción del Estado a través de políticas públicas que preserven el medio ambiente y prohíban las prácticas habituales en contra del entorno natural, como las quemas controladas. Nuestro país cuenta con un Plan de Manejo de fuego, creado en 1996, que dependía del Ministerio de Seguridad y pasó a la órbita del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible como “Servicio Nacional de Manejo del Fuego”, encargado de la coordinación de los recursos requeridos para el combate de incendios forestales, rurales o de interfase y cuyas acciones principales son prevención y alerta, combate de incendios y evaluación de daños y acciones de recomposición y restauración del entorno.
El 4 de diciembre de 2020 se sancionó la Ley de Manejo de Fuego (Ley 27.604), que busca preservar los bosques y acabar con los intereses que atentan contra el medio natural “en caso de incendios, sean estos provocados o accidentales, que quemen vegetación viva o muerta, en bosques nativos o implantados, así como en áreas naturales protegidas debidamente reconocidas y humedales, a fin de garantizar las condiciones para la restauración de las superficies incendiadas, se prohíbe por el término de sesenta (60) años desde su extinción».
Cómo prevenir incendios
Datos extraídos del Sistema Nacional de Manejo del Fuego, Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.