A partir de este mes, nos acompañan dos nuevas colaboradoras, la primera de ellas Leyla A (foto) que nos envía uno de sus relatos policiales y de suspenso que participaron del gran premio de cuentos Bapro del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Además de dictar un taller dedicado al género del delito que dará a conocer en próximas entregas. Va Leyla entonces y dejamos a la segunda bajo un manto de misterio.
Ese día viernes de 1948, en la ciudad de Rosario, se había mostrado ventoso para luego terminar en una provocativa lluvia. Sin embargo, para el Sargento Ramírez, las tormentas eran muy inspiradoras ,contribuían a su gran caudal intelectual, el sonido delicioso de la lluvia al caer lo
motivaba a crear poesía y prosa.
Llevaba muchos años trabajando en el departamento de policía, siempre combinaba ingenio y perspicacia con un sentido de responsabilidad con la ley y la verdad. Por esa razón se había ganado el respeto dentro del Departamento.
Esa noche de tormenta se encontraba leyendo en su residencia “De la genealogía de los Dioses” de Boccaccio, cuando fue interrumpido por el insistente timbre de su teléfono. Dejó a un lado su lectura y fue a atender.
Su subordinado le informaba que esa noche había sido hallado sin vida, en su despacho, el famoso fabricante de juguetes, el señor Núñez. La policía fue alertada por el personal de la casa.
Ramírez dio órdenes expresas de no tocar nada de la escena hasta su llegada y que pusieran al tanto al médico forense. Tomó su impermeable y salió al encuentro de la lluvia fría y profunda.
Al ingresar en la habitación, fue recibido por una imagen desoladora y silenciosa. Observó al señor Núñez tendido sobre el escritorio, tenía el rostro contraído por el dolor y los puños crispados, la silla estaba tumbada a un lado demostrando que algo o alguien lo había tomado por sorpresa provocando que se levantara bruscamente, y a su lado derecho una taza de café había sido dada vuelta por el movimiento, volcando parte de su contenido al suelo.
Sin embargo, Ramírez reparó en las extrañas marcas de la piel, parecía una erupción virulenta.
Procedió en la forma habitual, se acercó al occiso, y comenzó a olfatear sus dedos y su boca, con mucho cuidado, y con guantes, tomó la taza, tampoco había rastros de veneno.
Era muy conocida la fama del señor Núñez, era un fabricante de juguetes, había creado una importante fábrica y amasado una gran fortuna durante los períodos de entreguerras, no tenía esposa ni hijos.
Era conocido, también, por sus donaciones de juguetes a orfanatos y a niños humildes. Lo llamaban “el Gepetto rosarino”, pero poseía como defecto una fobia por las mascotas, especialmente por los perros.
De repente, una ráfaga de viento lo golpeó, violentamente, en el rostro, sacándolo de sus pensamientos. Dirigió su mirada hacía la ventana, se disponía a cerrarla cuando notó la huella de un animal, supuso que podría tratarse de un perro o un gato. Con este indicio, se dedicó a estudiar la alfombra, y halló unos cuantos pelos, seguramente pertenecientes a un perro.
Más tarde, un examen minucioso del médico forense determinó que el señor Núñez había muerto por una asfixia, provocándole un colapso cardíaco, muy normal a su edad. La erupción lo habría provocado algún tipo de insecto. El caso parecía cerrado, pero Ramírez intuía que la muerte del sr. Núñez había sido preconcebida. Unos días después, el sargento se presentó en la casa del difunto, su mente estaba inquieta, necesitaba comprobar una teoría, dando vueltas por el jardín empedrado, se ubicó en la parte externa de la ventana que daba al despacho del anciano, con mucho cuidado logró abrirla, comprobando que la ventana podía ser abierta tanto externa como internamente. Con su lupa reparó la existencia de unas huellas muy sutiles de zapatos de hombre.
Se entrevistó con el socio del difunto, un hombre que aparentaba pena y tristeza por
el fabricante de juguetes. Ramírez percibió cierta falsedad, conocía muy bien el comportamiento humano para darse cuenta que, en realidad, aquel hombre sentía una especie de alivio.
De pronto, un pequeño cachorro vino a saludarlo, parecía algo pulgoso, tomó como muestra uno de sus pelos para compararlo con el hallado en la alfombra de Núñez.
Mas tarde, comparó las dos muestras dando como resultado un origen, pertenecían al mismo animal. Ramírez, con todos estos indicios, se convenció que la muerte del anciano habría sido
preconcebida. Entonces comenzó a preguntarse:
“¿El señor Núñez permitiría que se le acercará un perro cuando sentía un terror atroz hacía los animales? y… ¿de dónde provenía ese terror?”
Tenía cada vez más certezas que la muerte del fabricante de juguetes se trataba de un asesinato Mandó a realizar un examen detallado de la situación financiera del señor Núñez y su socio. Estos documentos demostraron que el socio de la víctima tenía grandes deudas producto del juego y las apuestas: Ramírez comenzó a unir los hechos, pero aún le faltaba relacionar la presencia del
cachorro en la escena del crimen y las marcas de la piel.
Estaba encerrado en sus cavilaciones cuando escuchó a unos de sus subordinados mencionar que desde muy niño sufría una terrible alergia por las frutillas.
Entonces una luz roja lo alertó, solicitó informes clínicos de la víctima y se entrevistó con su médico de toda la vida.
Una vez reunidas todas las pruebas, se procedió al arresto del socio de la víctima, Ramírez no permitió que el pequeño perro fuera llevado a la perrera y lo adoptó como su mascota.
Un tiempo después, la resolución del caso apareció en toda la prensa del país: “El señor Núñez no se acercaba a los animales puesto que sufría de una alergia mortal a las pulgas. Su socio, amigo desde su infancia, conocía esta afección.” Abrumado por las deudas necesitaba vender la fábrica de juguetes, pero el anciano se habría negado.
De esta manera, planeó lo que creía ser un crimen perfecto: sabiendo que su perro estaba repleto de pulgas y que la tormenta de aquel día lo mantendría libre de testigos, introdujo a su perro por la ventana y, cuando se aseguró que este estaría lo suficientemente cerca del señor Núñez para que le saltaran las pulgas y lo picaran, una vez que se aseguró que su socio había muerto, llamó al cachorro por la ventana y se retiró.
Las picaduras de las pulgas provocaron una asfixia en la víctima hasta llevarlo a la muerte.
Los titulares concluían con una reflexión: “El perro es el mejor amigo del hombre, pero
en ocasiones puede ser un arma mortal.”
FIN
La siguiente colaboradora estrella de Claves es la Poeta y crítica de arte Ivana Szack (foto) que se ocupará de las reseñas literarias y teatrales
Para oxigenar y embellecer en mucho el estilo rutinario que le venimos imprimiendo en nuestro Suple Cultural, Ivi debuta con una sinopsis crítica de la obra Puntera de Acero que próximamente realizará una gira europea, antes de retornar al país para exhibirse en teatros del interior, escuelas y cárceles: Que sigan los éxitos
Puntera de Acero A sala llena en el Tinglado
La obra “Puntera de acero” es protagonizada por dos actores: Romina Pinto e Iván Steinhardt, quien también realizó la traducción y adaptación de la obra original.
Ésta fue escrita por David Gow, Daniela Dunkelman es una abogada judía que trabaja
como defensora de oficio en el sistema judicial del de la provincia de Buenos Aires. Le toca defender a Miguel, un personaje soberbio y neonazi que desprecia a otros por tener otro color de piel u otra religión. La trama comienza cuando Miguel, en una pelea callejera lastima brutalmente, con su bota punta de acero, a una persona de origen boliviano. Días después de estar internado, la victima fallece. Este caso se hizo mediático no solo en nuestro país sino en muchos. El condenado va preso pero no se cansa de expresar el repudio hacia otras etnias, razas, lo que
acrecienta su odio. En cada encuentro la abogada discute e intenta acordar con él, su difícil defensa, no se muestra consciente del daño que puede producir al descontrolarse frente a otros.
La vida de la abogada gira en torno a este caso, perjudicando su vida y su matrimonio. ¿Qué es más fuerte a veces, el amor o el odio? En cada escena los actores manifiestan su personalidad.
La abogada firme en su defensa y el preso, defendiendo sus ideales y su movimiento político. Daniela lucha constantemente para que Miguel reconozca su error, se sensibilice ante la sociedad y pida perdón en el juicio. En un momento Miguel dice que ;aprender a odiar es tan fácil como aprender a jugar a la pelota;. Vivimos en una sociedad rodeados de impunidad, de desgracias, de discriminación. Muchas veces eso se absorbe en el núcleo familiar, desarrollándose en la adultez y difícilmente pueda cambiar su manera de pensar y actuar, cometiendo actos violentos, injustos y aberrantes que nadie puede detener.
La obra nos mantiene atrapados desde el comienzo cuando el personaje masculino comienza a hablar de los pies y en paralelo Daniela se pinta las uñas en su casa: cada actor logra movimientos precisos y claridad en sus voces; una intensidad profunda se revela a cada minuto del trama.
Recomiendo esta obra que conmueve desde el comienzo hasta el final.
Ivana Szac
Agosto 2025
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La abogada judía, defensora de oficio en un sistema judicial sobrecargado, se ve obligada a representar al acusado, neonazi condenado
por un crimen de odio racial un dilema que la lleva a cuestionar sus propias convicciones y valores.
La puesta en escena, dirigida por Carlos Kaspar, se presenta en El Tinglado, Mario Bravo 948 los miércoles a las 20:30