
En septiembre se celebra el día del fotógrafo y la fotógrafa en Argentina y Latinoamérica, en conmemoración a la llegada del daguerrotipo a América Latina en 1843, año en el que se introdujo la técnica también en Buenos Aires.
Es por eso que en el mes de la fotografía, se realizó este ciclo abierto a la comunidad, en distintos espacios culturales del municipio. Hubo exposiciones, workshops, talleres, proyección de películas y documentales, muestras, charlas, conversatorios y una micro feria de arte gráfico.
Eduardo Longoni Tiempos en Paralelo
L a muestra de este artista visual es un diálogo silencioso que nos invita a reflexionar sobre esas líneas paralelas que viven en cada espectador, nos ilustra la presentación de esta galería de imágenes que privilegian el blanco y negro o distorsionan el color para que no perdamos la perspectiva de la distancia histórica
«Eduardo Longoni representa escenas que nos remiten a una memoria compartida (…) lugares que convocan y resisten»
El fotoperiodista de la emblemática agencia de Noticias Argentinas grafica más de 50 años de historia argentina y evoca en su charla pasajes significativos de su vida consagrada a la captura del evento instantáneo, irrepetible, y eternizarlo en el papel fotográfico que desafía al tiempo y a nuestro propio transcurrir.
«Corría 1979 y recién salido de la colimba quería abandonar la casa familiar, vivía con demasiadas personas y no tenía un lugar para mí.- relata.
Para eso necesitaba algo de dinero y no se me ocurría en qué trabajar. Cómo todos los jóvenes era muy caradura y ya que tenía una cámara con un lente de 50mm se me ocurrió pedir trabajo como fotógrafo. Mi único acercamiento a la fotografía había sido un curso de tres meses en el Foto Club Buenos Aires. Con cinco fotos en un ajado sobre y mi cámara fui a golpear la puerta de la Agencia Noticias Argentinas. Allí me atendió Miguel Ángel Cuarterolo, el mejor editor de fotografía del país, que habría de convertirse en mi gran maestro. Se apiadó de mí y me puso a prueba. Al otro día, después de un sin número de casualidades, estaba en el barrio de Belgrano empuñando mi Olympus OM 1 con la mirada clavada en un auto ametrallado producto de un atentado de Montoneros en plena dictadura militar. Ese fue literalmente mi bautismo de fuego.
A fines de 1990 mi camino volvió a cruzarse con el de Cuarterolo. Me invitó a trabajar con él en la construcción de un nuevo departamento fotográfico del diario Clarín. Un enorme desafío que me llevó muchas horas de trabajo diario. Allí pasé muchos años, muy buenos los primeros, muy malos y de mucha desilusión los últimos. Pero siempre tratando de aprender. La fotografía es mi lenguaje desde hace más de 40 años. Con la cámara como pasaporte puede viajar por todo el mundo. Entrar a palacios, al Vaticano, pero sobre todo pude opinar y tratar de hacer visible la injusticia que persigue a los más desposeídos e indefensos de nuestro país.
Hasta el 20/10 en Villa Mecenas Torres 618, Morón Norte.