El Pardo Augusto Flores y el Morocho Aldao: de esos no hay más
Fundado por Onofre Lovero en 1953 como «Los Independientes» el Pairó lleva siete décadas haciendo honor a su nombre inaugural con una cartelera «progresista» como afirma un veteranos protagonista de la obra, aunque no sabemos si esta palabra tiene hoy el significado que le asignamos las generaciones mayores.
En su dilatada historia sufrió atentados, clausuras y persecuciones que no hacen más que confirmar la fórmula acuñada por David Viñas de que nuestro teatro, en especial el independiente, es el reflejo de una voluntad nacional en continuo combate en las trincheras de la «batalla cultural» un término ambivalente que los blogueros mileistas han puesto otra vez en el candelero con un signo opuesto al que le atribuyera Antonio Gransci 90 años atrás en sus escritos carcelarios.
«Compadritos eran los de antes» podría objetar algún crítico posmo o machirulo, sin embargo la puesta mantiene su vigencia y frescura,, quizas porque se despliega en una trama circular como la que nos acostumbramos a padecer en la historia argentina del último medio siglo.
También, abusando de la paciencia de los clásicos, podríamos decir que se puede definir como «…el discurso de un loco lleno de sonido y de furia» pero no creemos que lo demás sea silencio sino, por el contrario, la pieza transita por diferentes superficies textuales que van tramando un tragicómico tapiz de nuestra realidad cotidiana en la cual la política es una presencia fantasmal pero tangible corporizada por los demiurgos ominosos del fracaso A. Hachete
Opinión:
El 13 de diciembre de 1939, recién comenzada la segunda guerra mundial. El “GRAF SPEE”, un barco de guerra nazi fue torpedeado por una flota inglesa en el Rio de la Plata dejándolo fuera de combate. Este hecho real es tomado por el autor, Roberto Tito Cossa como disparador de la ficción de Los Compadritos, estrenada en 1985,
A 40 años vuelven a aparecer discursos vinculados al autoritarismo, pero ya no solo como una práctica política sino como terrorismo económico. La obra desnuda los rasgos fascistas de nuestra sociedad, rasgos que se manifiestan ante reiteradas y cíclicas crisis económicas y políticas, autoritarismo que busca resolver cuestiones identitarias de los argentinos.
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Palabras del Director
Como artista, es inevitable contrastar el trabajo actual con la versión original sobre todo porque tuve la oportunidad de estar presente en aquel estreno en 1985. Uno siente la dualidad de ser fiel a la obra y original en la propia mirada después de todo ese tiempo; dualidad que creo que solo se resuelve apoyándose en el equipo de trabajo con el que uno cuenta, actores, creativos y técnicos, que en este caso fueron el motor del proyecto y los que aportaron una mirada despojada de prejuicios.
En el contexto actual, el texto se resignifica por un lado; y por otro es de una lucidez casi profética. En aquel momento se salía de una dictadura y todos teníamos esperanza y fe en la democracia recién recuperada. Pero la obra, en el final, anticipa de alguna manera que no nos vamos a librar tan fácilmente del fascismo y que el riesgo de que “el viento nos cubra con sus cenizas”, siempre estará presente.
La obra mezcla lo absurdo, lo grotesco y lo político, y la dirección se abordó siendo absolutamente fiel al texto y a las acotaciones de las que está plagado Mariano Cossa
Ficha técnico/artística
Autor: Roberto “Tito” Cossa
Actores: Matías Alarcón, Déborah Fideleff, Samanta Clachcovsky, Alexei Samek, Gustavo Rey, Jorge García Marino, Juan M.Romero
Asistente de dirección: Selva Lione
Director: Mariano Cossa
Teatro Payró Domingos a las 19 hs