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De Pandemias…

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De Pandemias…
Rodolfo Pipi belén.

De Pandemias…

Por Rodolfo «Pipi» Belén.

Estamos atravesando lo peor de esta peste, lejos de conocer causas y efectos de la misma, sabemos que es de rápida propagación y letal.

Hoy no se conoce medicación efectiva para su cura, ni vacuna para prevenirla; la ciencia redobla esfuerzos buscando paliativos, la cuarentena resulta ser el método más eficaz, para frenar su propagación (parece mentira que haya energúmenos anti cuarentena: son un real peligro para la sociedad toda).
Los trabajadores de la salud y el voluntariado, ponen todo su esfuerzo sintiendo orfandad de la dirigencia en muchos casos, que ignora realmente la falta de insumos, y lugares dignos laborales (léase agua potable, calefacción y baños en condiciones, tanto para el personal como para los pacientes).
Cada vez que oigo un aplauso hacia los trabajadores de la salud, pienso que somos injustos con ellos, aplaudir es fácil y decir verdades suele traer consecuencias.
Es nuestro deber de ciudadanos pedir por el cuidado de «nuestros» trabajadores de la salud, que ganando 2 pesos se la juegan todos los días ($15000 a $18000 mensuales) enfermer@s y auxiliares, pidamos por sus salarios, es injusto que estén debajo de la línea de pobreza.
Aquí entran en juego los responsables de recaudar tasas e impuestos, combatiendo el contrabando de granos y carnes, cuidando nuestra riqueza ictícola, más un estricto control de importaciones y exportaciones por parte de la aduana, Afip y Secretaria de Comercio controlando toda cadena de producción.
El Banco Central deberá redirigir el sistema financiero, adecuar las usurarias comisiones e intereses que los bancos cobran a sus clientes y público en general, poniendo especial énfasis en el crédito a PYMES y la economía popular.
De esta manera iremos resolviendo las necesidades del Estado para atender temas cotidianos, de medio y largo plazo no es fácil tocar trenzas e intereses, pero sería buena forma de encarar «la nueva normalidad»
Lo que no hicimos, construir una burocracia buena, podemos revertirlo, es cuestión de generar nuevos contratos sociales con nuestros dirigentes, cuestionando lo que falta y proponiendo soluciones, en especial en nuestros municipios, donde tenemos posibilidad de interactuar más seguido, con los burócratas.
Preguntemos si se pueden plantar un par de arboles por día, ornamentar una esquina por día. Tener un médico que brinde atención espontanea, en unidades sanitarias, determinados días de la semana, sin que el ciudadano deba hacer colas desde la madrugada para obtener un número que habilite su atención. Esto es perverso de verdad, digno de las damas de la caridad.
Construir un refugio por día, comprometernos a no ocupar más espacios verdes con obras públicas o privadas, en centros urbanos donde deberíamos compensar el daño ecológico ya hecho.
Ayudar la comunidad toda a poner en valor las escuelas públicas, proveyéndolas de calefacción y baños adecuados, agua potable y señalamiento vial en las inmediaciones.
Acompañar el esfuerzo de los vecinos, que hacen mucho por la calidad de vida nuestra, desde clubes, sociedades de fomento, centros de jubilados y otras organizaciones libres del pueblo.
Esta es la forma de avanzar hacia una comunidad organizada, que sea digna con cada ciudadano.
Merece un párrafo aparte la «seguridad vial». Es una tragedia cotidiana, miles de muertos y heridos cada año, dejan una nefasta secuela de ciudadanos discapacitados y deudos; es imperioso un plan de lucha contra este flagelo. Desde la enseñanza en las escuelas de las normas viales, el porqué de las mismas y la implementación de controles serios por parte de las autoridades.
Teniendo mucha responsabilidad «la familia», en su indelegable rol de formador del ciudadano, se tiene que hacer carne el cuidarse y cuidar al otro en la vía pública.
Está en nosotros revertir este drama con más muertos que la pandemia, pero lo tomamos como algo cotidiano. Es hora de reflexionar sobre el tema.