
“Cristina hace de la falta una potencia, circunscripta a los metros cuadrados cubiertos de su departamento se volvió omnipresente y encendió el deseo peronista. Cristina modo Perón en exilio: “Hola que tal, soy yo, Cristina”, y la multitud, primero en Plaza de Mayo y los miércoles en Parque Lezama, estalla. Porque ahí donde aparece el poder sin cuerpo no hay vacío, hay vibración, hay expectativa, vigor, pasión y una promesa: hay vida después de esto”
“Los voceros y voceras (especialmente) del poder se desesperan porque no pueden controlar esa conversación emocional entonces, censuran la parte tangible de esa comunicación: el cuerpo, como si de esa manera pudieran borrar a Cristina del espacio público. No puede salir al balcón, no puede mostrarse feliz, no puede bailar porque es una forma de la alegría, (…) Cristina está ahí. Sin verla saben que está y eso alcanza para sentir su abrazo y amparo”
Según la investigadora Laura Novia, Ese espacio liminal, entre lo público y lo privado, permite performar autoridad sin romper con la dimensión amorosa de la jerarquía. El balcón pertenece al ámbito doméstico, pero se proyecta hacia la calle se convirtieron en espacios acústicos de intercambio, protesta, ritual y comunidad El tono emotivo casi amorosos de la licenciada encubre una realidad preocupante: la dificultad de los académicos (y de la clase media ilustrada en general para interpretar los fenómenos populares.
En primer lugar, en política no existe un espacio liminar entre lo público y lo privado (aunque debiera existir como límite de la procacidad mediática) la política es un acontecer público por definición: Acaso olvida Novia que la principal impugnadora de dicha frontera fue Hanna Arendt, quien consideraba a las modernas multitudes movilizadas en el espacio público una mera “apariencia” sin el contenido revolucionario que supieron tener durante la lucha de clases.
Para los peronistas el balcón es un espacio épico, no importa que a veces se haya tornado en trágico o grotesco con la presencia de personajes ominosos o caricaturas del populismo
La comparación con los balcones de la pandemia es francamente sorprendente, no sólo porque la mayoría de estas apariencias (aquí si con carácter simbólico) fueron “ruidos de la indignación que reemplazaron a las manifestaciones presenciales y generaron una imaginación sonora: voces sin cuerpo que activaban ideas, afectos y rechazos” francamente anti peronistas, además de la muy atendible razón de que el 90 % de los pobres no habita la zona norte de la ciudad y, en general, carece de balcón donde asomarse.
La cita de Ranciere filósofo francés posestructuralista es poco útil para entender el diálogo líder-masa: un fenómeno que en América Latina tiene una potencia inabarcable para las actuales teorías políticas de audiencia que pivotean sobre las encuestas de opinión y los sondeos de mercado.
No escapa al imaginario popular -creo- que en la actual crisis de la democracia son mayoritariamente las clases medias las que se movilizan en defensa propia, mientras que los trabajadores precarizados y los excluidos de las coberturas estatales adhieren a la antipolítica o siguen a estrafalarios personajes falazmente antisistema.
Aunque estamos en tiempos de oportunismo ideológico y la batalla cultural se ha parapetado en las trincheras virtuales de la ultraderecha, el espacio nac y pop debería festejar que el nefasto y sangriento peronómetro que ayudó a diezmar a una generación de argentinos haya dejado lugar a la noción de pan peronismo que ya desvelara en los 90s a los más lúcidos observadores del menemismo (1) y que no ha tenido un correlato a la altura de la actual fragmentación del Movimiento.
Claves sospecha que la doctora en Historia del Arte autora de la nota responde, como la mayoría del Kirchnerismo, a la escuela pos estructural francesa inspirada en Ernesto Laclau y Chantal Moffe, frente al peronismo ortodoxo partidario-sindical, con fuerte influencia del fascismo anticomunista italiano y un tercero en discordia desde siempre larvado que puede identificarse con el individualismo mercado céntrico yanqui y la escuela del institucionalismo de elección racional, que cruza la frontera doctrinaria cada vez que sus intereses de casta política lo demandan.
Como esta esquemática clasificación no agota, ni mucho menos la amplitud conceptual de este perdurable movimiento de Masas (sin olvidar que según el propio General “peronistas son todos”) recomendamos el seminario de Filosofía Peronista, organizado en la UMET, Sarmiento 2037 Caba, por la escuela justicialista Néstor Kirchner que dicta los jueves a las 18 horas el Dr. en Filosofía Santiago Gonzales Casares con una extensión de 6 clases presenciales o por zoom.
¡Nos vemos allá!
«1) Alejandro Horowitz: Los 4 Peronismos»
Nota Alberto Trinckler Fotos Moni Melián