EN EL MARCO DE SU 40 ANIVERSARIO
El pasado domingo 25 de agosto se cumplieron cuarenta años del Villa Mecenas, un espacio cultural municipal ubicado en la calle Dr. José M. Torres al 600, Morón, en el que los vecinos del oeste tienen acceso a talleres gratuitos de escultura, muralismo, fotografía, producción audiovisual, dibujo, etc. En este lugar, donde la cultura se presenta en diversas formas, y el arte es el idioma principal, transcurrió la celebración en la que se acercaron docentes, no docentes, alumnos, familias, amigos, y vecinos que, de forma directa o indirecta, pertenecían a la enorme comunidad del Villa Mecenas, y disfrutaron de los bailes, la música y las exposiciones producidas por los propios alumnos del mecenas.
Una de las esculturas expuestas en el predio contaría con una particularidad, y es que pertenecía a un artista muy querido para la comunidad del Mecenas, se trata de Sergio Claudio Blinoff, un hombre que ha dedicado su vida a disfrutar del arte, hasta que un día decidió dedicarse a ello. Sergio Claudio Blinoff, o simplemente Claudio, como todos lo llamaban, fue un vecino de Morón de prácticamente toda la vida. Vivió en Castelar, aunque ha vivido en Corrientes y Misiones por trabajo. Ha sido parte de la gran obra binacional de la represa Yacyretá a mediados de los años ochenta, donde conoció a quién sería el gran amor de su vida, Silvina. Se casaron al poco tiempo de conocerse, con tan solo 18 y 19 años, sellando un amor de más de treinta años. Años después vendrían los hijos, formando una familia en la que sobraba amor y dedicación.. Claudio trabajo toda su vida en la construcción, compartiendo también espacio de trabajo con sus hijos, pero siempre hubo tiempo para el arte. La música fue lo primero que lo atrapó, ya que en su juventud dedicaba sus tiempos libres a pasar música en diversos boliches en su estadía en Corrientes, en la pintoresca ciudad de Ituzaingó. Los discos de vinilo eran uno de sus hobbies favoritos, escuchar música era un momento de introspección, y a todos lados a donde iba, haga lo que tenga que hacer, la música era la compañía obligatoria. Pero no era la música que lo que iba a ejecutar, sino las artes plásticas.Si para Maradona o Messi, su inmortal zurda era su herramienta principal, para Claudio lo eran sus manos. Él se dedicó a construir su casa, la casa en la que viviría felizmente con el amor de su familia, pero no nos referimos solo a los cimientos, o a las paredes, sino a todo lo que contempla una vivienda. Claudio ha fabricado por si mismo los muebles de su casa, la escalera, cada estructura por más milimétrica que sea fue fabricada por él. Había algo en sus manos, un talento, una magia, o simplemente el desarrollo de la experiencia.
Parecía que todo lo podía solucionar solo con sus manos, que no había nada que no supiera hacer, son esas cosas que no siempre se pueden explicar tan fácilmente. Dando cuenta de ello, decidió anotarse en diversos talleres del Villa Mecenas, hasta que encontró un lugar en donde el arte y la construcción se complementarían, el taller de escultura.
Este taller era su lugar, la escultura es un arte que durante siglos ha deslumbrado a la humanidad, desde el David de Miguel Ángel, hasta la Fuente de las Nereidas de Lola Mora, estas obras en sus diversos estilos han acompañado a la historia de la humanidad como una expresión artística que no solo se puede ver, sino también tocar. Pero aquí no solo ha desarrollado conocimiento y habilidades, sino que ha sido una parte entrañable de la comunidad, y tanto alumnos como docentes lo empezaron a querer prácticamente al instante. Claudio era así, querido por todos, a donde iba dejaba de una huella, y el Villa Mecenas no fue la excepción. Diversas obras fueron creadas por él en ese lugar, y una de ellas se encuentra expuesta en el Villa Mecenas, inmortalizando su existencia.
Claudio Blinoff dejó este plano el 20 de agosto de 2024, luego de una larga lucha contra el cáncer. Pero solo dejó este plano, porque siempre vivirá no solo en las obras que ha creado, en la casa que ha construido, en la unidad básica que ha ayudado a poner en valor o en los lugares en donde ha trabajado, sino que vivirá en todo el amor y dedicación que ha dejado en su familia, en sus seres queridos. Ha sido un padre amoroso, un esposo entrañable, un hijo maravilloso, un hermano muy compañero, un suegro amado, y un amigo único en el mundo. No hay nadie que lo haya conocido que no lo extrañe, que no desee verlo una vez más, que no se haya puesto triste por su partida, inclusive gente que apenas trató con él una vez, ya que con socializar una sola vez con Claudio bastaba para empezar a quererlo. El Villa Mecenas así lo reconoció ese domingo 25 de agosto al momento de rendir homenaje a las personas importantes que formaron parte del lugar, que han aportado de diversas maneras su grano de arena para enriquecer a la comunidad. Su familia estuvo presente para recibir el reconocimiento, junto a toda la comunidad del Mecenas y algunos representantes de la municipalidad de Morón. Su legado es eterno, todos hemos aprendido algo de él, vino a este mundo a esparcir amor, para muchos fue una guía, para otros fue un compañero de vida, pero para todos los que lo querían fue una persona fundamental en sus vidas. Alguien deja de existir cuando muere la última persona que lo recuerda, pero cuando uno hace arte, se torna inmortal.